El Festival Eurovision anunció una serie de cambios profundos en su sistema de votación, luego de la controversia generada por acusaciones de “interferencia” en el voto popular vinculadas a Israel. La reforma busca restaurar la confianza en el certamen y garantizar que la competencia siga siendo un espacio neutral, basado en la música y no en influencias externas.
Entre las modificaciones destaca la reducción del número de votos que cada espectador puede emitir: de 20 a 10 — una medida que limita la posibilidad de que campañas masivas o coordinadas influyan en el resultado final. Además, se reinstaurará el voto de jurados profesionales en las semifinales, algo que no se hacía desde 2022, para equilibrar la balanza entre popularidad y criterio técnico.
El nuevo esquema establece que los resultados volverán a depender en un 50 % de la audiencia y en un 50 % de los jurados en todas las fases del concurso. También se implementarán sistemas de control más estrictos para detectar y prevenir votaciones fraudulentas o coordinadas, y se reforzará la prohibición de campañas promocionales organizadas por terceros – incluyendo gobiernos o agencias externas – que puedan distorsionar la competencia.
Aun con estos cambios, la participación de Israel en la edición programada para 2026 sigue en debate. Aunque la organización del festival no ha decidido excluirlo por ahora, algunos países miembros —que cuestionan la presencia israelí debido al contexto internacional — han advertido que podrían boicotear el concurso si su delegación no es retirada.
Con esta reforma, Eurovision intenta recuperar su esencia original: premiar el talento musical y la creatividad, alejado de presiones políticas, campañas organizadas o abusos en el televoto. El objetivo es garantizar que tanto artistas como audiencias vivan una competencia justa, transparente y basada en la diversidad cultural.






